La Orden Benedictina es canónicamente una confederación de congregaciones, que reúne a las siguientes Congregaciones Benedictinas (entre paréntesis los países donde poseen monasterios):
Congregación Olivetana (Italia, Francia, Brasil, EEUU, Gran Bretaña, Israel, Guatemala, Corea del Sud, México)
Congregación Vallumbrosana (Italia, Brasil)
Congregación Camaldulense (Italia, EEUU, Brasil)
Congregación Silvestrina (Italia, Sri Lanka, EEUU, Australia, India)
Congregación del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay) [Arriba]
Hacia finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX, se lleva a cabo en Europa la supresión de las órdenes religiosas. Pese a ello, a mediados del s. XIX comienza la restauración de la vida benedictina. En 1833 Dom Prosper Gueranger restaura la abadía de Saint Pierre de Solesmes (Francia); en 1850 Dom Jean Baptiste Muard funda La-Pierre-qui-Vire (Francia); en 1863 los hermanos Plácido y Mauro Wolter reinician la vida benedictina en Beuron (Alemania). Junto con las restauraciones de los monasterios se van creando nuevas Congregaciones. En Italia, Dom Pedro Casaretto realiza la reforma de los monasterios que le encomendara el papa Pio IX, y está en el origen de la Congregación de Subiaco. En Brasil, los monasterios constituyen en 1827 la Congregación Benedictina Brasilera. Más tarde dicha congregación necesitaría un nuevo impulso, que se concretó con la llegada en 1895 de monjes de Beuron (Alemania). Entre 1841 y 1881 se realizan las fundaciones de benedictinos y cistercienses en los Estados Unidos de Norteamérica. En 1884 surge en Alemania la Congregación de Santa Otilia. Ya en el s. XX, las monjas del monasterio de Stanbrook (Inglaterra) fundan en 1911 el primer monasterio benedictino femenino de América Latina en São Paulo (Brasil). El papa León XIII contribuye a dar fuerza al movimiento expansivo de las diversas Congregaciones con la creación de la Confederación Benedictina en el año 1893, a cuyo frente coloca al Abad Primado, elegido como signo visible de unidad entre todos los abades de la Orden. El mismo papa restaura el Colegio de San Anselmo en Roma, que había sido fundado por Inocencio XI en 1687. Este monasterio comienza a ser desde entonces sede del Abad Primado y casa de estudios para la Confederación Benedictina.
En toda Europa continúan surgiendo monasterios, y nacen nuevas familias religiosas inspiradas en la Regla de San Benito: Camaldoli, Valleumbrosa, los Silvestrinos, Monte Oliveto. Pero de todas ellas, cupo un papel preponderante al Cister. Fundado por San Roberto en 1098, se afianza y expande con San Bernardo de Claraval (1090-1153), quien le da su contenido doctrinal y su cohesión como Orden, extendida rápidamente por toda Europa. El IV Concilio Lateranense (1215) prescribe reuniones trienales de los abades de monasterios de una misma región, y visitas periódicas para velar por la observancia. El papa Benedicto XII reagrupa los monasterios en provincias. Así surgen las primeras Congregaciones Benedictinas: Melk (Austria), Sta. Justina de Padua (Italia), Bursfeld (Alemania), Valladolid (España), Pannonhalma (Hungria). El Concilio de Trento (1563) dió a estas Congregaciones un carácter canónico, y estableció normas para el noviciado y las visitas canónicas. Entretanto llega el monacato a tierras americanas por medio de la Congregación Benedictina de Portugal, primera en establecer monasterios en el nuevo mundo. En 1581 se funda el primer monasterio de toda América: São Sebastião do Bahia (nordeste del Brasil), y le siguen rápidamente fundaciones en Rio de Janeiro (1586), Olinda (1590, Paraiba do Norte (1596) y São Paulo (1598). En 1596 se constituye la Provincia brasilera de la Congregación Benedictina de Portugal. En Francia, en 1618 surge la Congregación de San Mauro. El trabajo intelectual de sus monjes dió a la "lectio divina" y al estudio un lugar importante en la vida de los monasterios. En esta misma época comienza una nueva reforma dentro del Cister: el abad Rancé, del monasterio de La Trappe (Francia), impulsa un retorno a la Regla de San Benito, en espíritu de penitencia, oración y trabajo manual. Nace así la Orden Cisterciense Reformada ó de la Estricta Observancia, más conocida como Trapense.
Según el relato de su vida, San Benito es fundador y abad del monasterio de Montecasino. De acuerdo a la tradición, el papa Gregorio Magno es quien encomienda hacia el año 597 a un grupo de monjes de la región vecina a Roma la evangelización de los anglosajones en la provincia romana de Inglaterra. Allí el líder de este grupo, San Agustín de Canterbury, habría propagado la vida benedictina fundando varios monasterios. En el S. VIII, desde Inglaterra parte la misión de otro monje-obispo: San Bonifacio, quien predica el Evangelio especialmente en la provincia de Germania, fundando monasterios y coronando su vida con el martirio, acaecido en la Galia en 754. La difusión de la Regla benedictina por toda Europa fue realizándose gradualmente, siendo adoptada en los monasterios ya existentes y en los nuevos monasterios que van siendo fundados. Otro monje de nombre Benito, más tarde San Benito de Aniano (750-821), es el primer gran reformador monástico. Estudia y recopila las diversas Reglas monásticas existentes, y promueve la implantación de la Regla de San Benito en los monasterios del Imperio carolingio. En el año 910 surge en la Galia el monasterio de Cluny, cuyos primeros santos abades buscaron manifestar por medio de la liturgia, el trabajo manual y la caridad, su búsqueda de la Belleza de Dios. La alabanza se convirtió en el centro de su vida monástica. Cluny formó una gran Congregación de monasterios, y fué durante varios siglos un foco de la cristiandad. Algunos de sus monjes, entre ellos Hildebrando, luego San Gregorio VII, ocuparon la cátedra de Pedro.
El papa San Gregorio Magno (540-604 dC) narra la vida de San Benito. A finales del siglo V dC, un joven estudiante decide seguir el llamado del Señor. Imitando a los antiguos monjes, va a vivir con Dios en la soledad de una cueva en la región de Subiaco, no lejos de Roma. Su nombre era Benito, nacido hacia el año 480 en Nursia (Umbria, Italia). Luego de tres años de vida solitaria, funda con sus discípulos varios monasterios en la región de Subiaco. Basándose en el Evangelio, en la sabiduría de los antiguos monjes y en su propia experiencia, organiza la vida de los monasterios. Alrededor del año 529 se traslada a Montecasino, donde funda un nuevo y célebre monasterio. Allí vive hasta su muerte, ocurrida en el 547. En Montecasino ejerce gran influencia sobre numerosos discípulos y sobre toda la región circundante. Y también allí escribe la Regla para monjes, que será llamada la Santa Regla, maestra del monacato occidental. [Arriba]